Universidad Pontificia de Comillas 1959-1963

Por Jerónimo Martínez González

Dentro de una cajita de madera, en un rincón secreto, tengo guardado lo siguiente:

-el golpe seco de unos zuecos en el fondo del valle una mañana quieta y, después, el rítmico deslizar de la guadaña en el prado

-de vez en cuando, el áspero roce de la piedra de afilar en la hoja

-la lluvia interminable

-el sopor de las once de la mañana en clase de Ontología

-el eco en oleadas de la verbena en la Plaza del Corro de San Pedro mientras doy un último repaso a las tesis para el examen final

-la mirada de una muchacha de ojos oscuros una tarde de otoño con la que nos cruzamos en el puente sobre el río una tarde camino de San Vicente de la Barquera

-la socarronería tierna del Padre Teófanes

circunspectio in acuitate Patris Muñoz

-la fascinación al entrever en la amanecida por la ventanilla del tren el alto valle de la Montaña húmedo y verde, suave y verde, íntimo y verde, fresco y verde, verde y verde

-un paseo por un estrecho camino de barro entre los castaños y los zarzales con la música del chistu de Arriola en el fondo de todas las conversaciones

-el diálogo entre la Schola Cantorum desde el coro y los bancos repletos de la nave de la iglesia cantando motetes y salmos en el silencio de la Semana Santa

-una salve marinera bajo los plátanos enfrente de la puerta de la iglesia un atardecer del mes de mayo

-el descanso y la satisfacción al entender por fin después de muchas vueltas las razones por las que voluntas Dei terminative sumpta est … ya no recuerdo si libera o necessaria

-el súbito revuelo de hojas y hierbajos y el estremecimiento de los árboles al llegar desde el mar una galerna

-el perfil de la Cordillera Cantábrica con el Naranjo de Bulnes

-Martín hablándome de los pegujales de Soria y Pais de los pájaros de Galicia

-las ardientes discusiones en la terraza alrededor del patio

-las manos vellosas, el andar desequilibrado por el cilicio y la enorme cabeza inclinada del Padre Nieto cuando se adelanta por el pasillo de la iglesia para hablarnos

-un salto mortal de Fabio al entrar al campo para jugar un partido

-los pájaros que me despiertan saludando al amanecer en la fachada principal

-el Concilio, la muerte y la entronización de los papas, la sustitución del Padre Azpeitia por el Padre Quevedo

-los otoños, los inviernos y las primaveras

-la lluvia interminable

-en Almería, los cerros ásperos de piedra y el mar azul intenso bajo el aire transparente

-aquí, sobre el gris cambiante del Cantábrico y la gama infinita de verdes, la lluvia interminable, la lluvia interminable…


Sobre el sol en San Valentín

Y es que al alba

pretendes atrapar

el sol

pero

la belleza y la luz

se deslizan en tus dedos

libres hasta el ocaso

MAR MARTÍNEZ LEONARD


2:59 EN FEMENINO

02:59 AM

la calle Elvira es una

batalla de piernas

y de pasos

en la que se entrecruzan

las historias de Granada

El color naranja viste

el cielo

y tu cuerpo

es como la brisa

del verano que termina

Palabras atrevidas caen

como chuzos sublimándose

al calor del cuasi otoño

granadino

Será otoño de chilaquiles

de palabras perdidas

y encontradas en su estado

gaseoso

Hoy no bebes té de

yerbabuena

y aquella moneda

con motivo del mochuelo

de Atenea

sigue en tu bolsillo

Muffins y palmeras

acompañan panecillos

dulces con el río Darro

a tus pies

Y el Sáhara en el pensamiento

del rayul sentado en la acera

que te llama al pasar

que te habla

que te ofrece

que tú dudas

sólo a medias

Seguimos caminando

perdidos en batallas

aún por empezar

Hoy no tomamos

té de yerbabuena

y cada día reposa

radiante la risa

a cada paso

al doblar cada esquina

el amor no es complicado

La poesía lo es un poco más:

un poema es naufragio

de palabras donde agua

se derrama en la taza

que lleva entre las manos

latentes Ibn Zamrak

Nombres, adjetivos

verbos y adverbios

consagrados en los ojos

Y yo que pretendía

escribir un poema

sin ser poeta

Yo tan solo escribo versos

que sin serlo

son versos

en femenino

MAR MARTÍNEZ LEONARD


Reflecting on Reflections

Xavier Villaurrutia (1903 – 1950) was a Mexican poet and playwright whose famous works are the short theatrical dramas called Autos profanos. His notable works also include his poetic writings Reflejos and Nocturnos.

THE KINDNESS OF LIFE

A humble truth as rest,
a peaceful silence, a beloved book;
all known, and all remembered,
a quite daily wake-up in the hamlet.

Not the useless grief, if I do not reach
pleasure in the ripened cluster,
for my mouth, a kiss of love
and for my face, a peaceful mirror.

That is life, supreme kindness
like a blue scent of lavender
in a frugal room with lifeless shadows.

Closing your eyes with the friendly evening
and getting them used to the saying
that death will find them closed.

From Reflejos / Translation by MAR MARTÍNEZ LEONARD


PLANETA FÉMINA

Soledad y silencio

en todas las cosas

Amor vincit Omnia:

(El amor todo lo vence)

Palabras despliegan

alas de esperanza

y aguardan el alba

bajo estrellas rotas

Ondas mágicas alumbran

ensueños celestes

talismánicas        ridentes

nuestras voces

en espíritu unidas

En espíritu y anhelos

millones de labios se saludan

“hambre con hambre”

codo a codo

Habitamos

versos infinitos

de ilusiones

Que no descienda la luna ante ti:

(El amor todo lo vence)

MAR MARTÍNEZ LEONARD

Ilustración: El Principito y la rosa, por Lebzpel


Jóvenes Sueños de República: Héroes en Alpargatas

Por JERÓNIMO MARTÍNEZ GONZÁLEZ

Ha llovido en el pueblo esa mañana. Los muchachos de izquierdas que van a incorporarse al servicio militar el próximo 1º de julio han posado frente a la cámara fotográfica en la acera de cantos rodados del tío Domingo el Biñolero (el Papa Domingo, mi abuelo). Con el barrizal en el que se convierten las calles cuando llueve se han manchado las alpargatas nuevas. Llevan puesta la mejor ropa que tienen. Es la fiesta patronal de El Contador *, el día de San Antonio.

En la plaza se han instalado, como cada año, dos o tres turroneros con sus puestos, donde se exhiben tacos de turrón de a perra gorda * cuidadosamente cortados y alineados, y enormes dulces bañados de azúcar junto con multicolores bastones de caramelo y blancas peladillas.

Ha venido también el fotógrafo ambulante y ha instalado a la sombra de una casa su cámara, una gran caja apoyada en un trípode con el objetivo en un lado y una ancha manga de tela negra en el otro. Cuando alguien se quiere hacer una foto, el fotógrafo lo coloca contra el fondo de una pared, buscando quizás el amparo psicológico de la casa como el toro busca en la lidia el amparo de las tablas.

El fotógrafo, vestido con un guardapolvo gris, mete la cabeza y los hombros dentro de la cámara para apreciar el encuadre y la distancia. Acerca o retira la cámara para conseguir el mejor enfoque. Cuando ya lo tiene, saca definitivamente la cabeza de la manga, inserta en la ranura una placa fotográfica, se coloca al lado derecho de la cámara, agarra el pulsador que mediante un cable abre el objetivo, se pone solemne y avisa de que ahora hay que estarse quieto y, si el fotografiado es un niño, le dice que por el objetivo va a salir un pajarito. Pulsa el botón durante un largo momento calculado sabiamente en función de la luminosidad. Después saca la placa y la mete en un calderete con revelador que cuelga sobre el trípode, debajo de la cámara. Un rato más tarde, la foto estará lista.

Mi padre es el muchacho de ropa clara que está en el centro del grupo. Tiene 18 años y se va a incorporar dentro de dos semanas al cuartel de artillería de Cartagena para hacer el servicio militar. Mi madre, junto con su hermano Nicolás y Fresina, se asoma divertida a la reja.

Al pueblo no llega la radio ni los diarios. Pero las noticias van llegando por el camino de las bocas, de los susurros primero y de los comentarios y los movimientos abiertos después. Se ha proclamado la República; en las manos del pueblo está liberarse de los curas y los caciques; hay un gobierno del Frente Popular salido de las urnas en las que la gente, incluidas las mujeres, han expresado su voluntad libre.

Los padres de estos muchachos han luchado y, en algunos casos, han muerto en la guerra de África, sus abuelos en la de Cuba. Ahora saben que, si tienen que luchar, no va a ser por intereses lejanos como las empresas coloniales o el prestigio de la nación. Saben que esta vez, si luchan, van a luchar por ellos mismos, por su pan y su dignidad.

Y están dispuestos. En contraste con el gesto sonriente de las muchachas, se plantan ante la cámara con gesto seguro y voluntarioso, en una fila ya casi miliciana y compartiendo el gesto solidario del puño cerrado.

Pero van a perder también esta guerra. Dentro de tres años, cuando todavía no tengan veintiuno, Martín, el Peseto y Paco volverán al pueblo, dominado ya por clérigos y falangistas envalentonados por la victoria. Juan José y Agustín emigrarán a la Argentina. Manuel, el que está detrás de mi padre, morirá pronto en algún paisaje extraño durante la guerra. Francisco, el muchacho campesino alto y desgarbado con flequillo y la chaqueta abierta, huirá a Francia después de la guerra, se incorporará a la resistencia francesa, será capturado por los nazis y encerrado en el campo de exterminio de Gussen en Mauthausen donde morirá el día de Navidad de 1941. Habrán muerto, una vez más, inútilmente.

Pero hoy es el día de San Antonio. Los trigos están en sazón después del largo invierno serrano y las parras anuncian las delicias de la uva; la sonrisa de las muchachas es dulce y dulce es también el turrón que venden por unos céntimos entre músicas en la plaza. Hoy es tiempo todavía.

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* El Contador, Almería.

* La perra gorda era el nombre coloquial con el que se denominaba a la moneda española de 10 céntimos de peseta. Este nombre fue dado en alusión al extraño león ​ que aparecía en el reverso.

*Cartel de la República protectora de la infancia y la cultura.


Cadáver exquisito mutilado

Por GALILEO C. ALCÁZAR & MAR M. LEONARD

A la mar de zapatos nuevos

la insoportable luz de luna

incapaz de transitar

entre dulces bestias

y olas arrecifes con colmillos

rugen desde el mar cercano

y muerden la mano que les da de comer

larga es la noche color esperanza

sangre blanca de luna nocturna

corre en olas embramadas

entre el deshielo del aire

se sublima la mano que aguarda

la mordida feroz del fin.


CHAI LATTE

Por MAR MARTÍNEZ LEONARD

Ya no soy poeta

dices entre

sorbos de chai

y espresso americano

.

El periódico en papel

no en la red

esta vez

la pausa compartida

.

No a propósito

despropósitos

descafeinados

.

Latas horas

hace muchas fotos

de fragantes

infusiones

instantáneas

.

Sorbo a sorbo

bebiéndote

la vida en una taza


La fiebre del oro negro

Por JOSÉ GALILEO CONTRERAS ALCÁZAR

Teníamos las manos negras, de los pantalones chorreaban gruesos hilos viscosos que venían a dar a la arena, más negra aún, de la playa. No quedaba un alma en la ciudad, todos venían a borbotones a buscar algo que hacer con ese oro acumulado que al final nos había empobrecido. Las gaviotas y palomas no podían volar, terminaban como manchas muertas en cualquier acera, los peces muertos más grandes los pasábamos de mano en mano por grandes filas de hombres y mujeres que ahora maldecían la voracidad del caos que el petróleo nos regalaba. Qué nos deparará ahora si después de tanta compañía, después de tanto progreso a su lado, solo nos veníamos envenenando, si después de venerar las venas negras que nos hacían mover el mundo ahora el mundo nunca más se movería. Era triste, pero también fue grandemente esperanzador que desde ahora nosotros seremos los que movamos al mundo.


Secretaria Bilingüe

Por MAR MARTÍNEZ LEONARD

El teléfono suena.

-Habla Andrea. ¿Me regala un número de contacto?

-No tengo un número que pueda dejarle, señorita, he sido arrestado y necesito un abogado.

-No se preocupe, déjeme su nombre y el teléfono de un familiar o de un amigo.

Ross acaba de cruzar el portón de entrada al bufete y Andrea siente su presencia detrás de la oreja, junto al identificador de llamadas: “No estoy autorizado en esa jurisdicción. Cuelga ya, tienes otra llamada”.

-Lo siento mucho señor, pero no podemos ayudarle. Nuestro despacho sólo trabaja localmente. Le deseo buena suerte.

La figura de Ross se mueve ahora como un yoyó que se aleja y se acerca visitando archivadores frente a Andrea.

-Necesito la carpeta de las doce.

­-Ya la tiene, señor. Está sobre su mesa.

Andrea camina hacia la cocina y sirve dos tazas de café, luego va hasta el despacho gris de Ross y posa una de las tazas sobre el escritorio abarrotado de papeles. Se oye el timbre, y detrás del portón hay una mujer hispana de unos treinta años con un niño pequeño de la mano. Otro niño y una niña más mayores entran también con ella.

-Pasen, por favor. ¿Le apetece un café, o quiere agua para usted o los niños?

-Ah, qué amable. Sí, por favor; un café y dos vasos de agua.

Andrea va hasta la cocina, vuelve con dos vasos de agua mineral y una taza de café, luego entra en el salón de reuniones, donde está la hija de Ross: “Tengo que hablar contigo. Por favor, no des café a los clientes. Sólo agua está bien”.

Andrea vuelve a su escritorio:

-El licenciado se reunirá con usted en unos minutos -dice a la mujer hispana.

Andrea busca una emisora con música tropical y sube un poco el volumen. En su escritorio guarda un pequeño tesoro de datos de personas que han sido arrestadas y aún no tienen representación legal. Aguarda afanosa la hora del almuerzo en que estará sola, quizá algún otro bufete de extranjería probono llevará los casos.

-Me voy a almorzar, y luego a casa.

-Muy bien, doña Darna.

-Una cosa más, déjame las cartas dentro de mi oficina, no afuera.

-Por supuesto, doña Darna. No volverá a ocurrir.

Ya sólo quedan Ross y su hija en la oficina. En unos minutos, la hija de Ross terminará la reunión con su cliente y se irá a almorzar. Entonces, Andrea tendrá chance de hacer esas llamadas.

­-Me voy a almorzar. Va a venir a limpiar Sonia. Por favor, abre la puerta si no he vuelto.

-Por supuesto, don Ross.

La puerta de la sala de reuniones se abre y sale de ella la hija de Ross, seguida por la mujer hispana con los niños.

-Abre un archivo nuevo y guarda estos documentos en él.

-De acuerdo. En seguida.

La mujer hispana sonríe y dice adiós.

-Me voy a almorzar.

-Muy bien.

Andrea corre hacia su mesa. Quizá no coma nada hoy. Hay cacahuetes en la cocina. Saca su pequeño tesoro de nombres y números, y descuelga el teléfono.