Baudelaire no pasa de moda

Mi juventud fue solo una tormenta oscura

atravesada a rachas por un sol radiante

han hecho tanto daño los truenos y la lluvia

que queda en mi jardín muy poca fruta madura.

.

Ahora que he alcanzado el otoño de las ideas

he de usar aquí la pala y el rastrillo

para juntar de nuevo las tierras anegadas

donde el agua cava hoyos inmensos como tumbas.

.

¿Y quién sabe si las flores nuevas con que sueño

hallarán en este suelo lavado como una playa

el místico alimento que las haga más fuertes?

.

¡Oh dolor, oh dolor! ¡El tiempo devora la vida

y el incierto enemigo que nos roe el corazón

con la sangre que perdemos, crece y se fortifica!

Traducción de MAR MARTÍNEZ LEONARD


UNIVERSO POÉTICO

Por MAR MARTÍNEZ LEONARD

Me paseo de puntillas

por palabras y avenidas

oigo ecos de lecturas

miro estrellas

lloro lunas

.

Esta noche tengo planes

de soñar estrofas mudas

ignorando lo sentido

guardo luces

duermo rimas

.

Quiero rescatar ahora

besos, recuerdos y días

 un cuaderno color lila

luz de astros

horas chidas

.

En mi jardín desolado

huerto de flores malditas

 agua, relámpagos, lluvia

…disparo

 tiro de gracia.


Alicia Bolarín: «Cristal y loza»

Por Mar Martínez Leonard

Hoy os muestro las pinturas de mi amiga Alicia Bolarín. Alicia nació en Madrid y cursó estudios en Montealto. Es madre de Sara y Gabriel. Actualmente reside en El Tiemblo (Castilla y León) e imparte talleres de manualidades para adultos en el ayuntamiento de esta localidad, donde se trabajan papel, alambre, tela, cuerda, cartón, linóleo y estaño, y se hacen cosas tan sorprendentes como patchwork sin costuras, belenismo, cestería, bordados, relojes, lámparas, alfombras, muñecas, sellos o estampados.

«En calma»
Técnica: Pastel
Soporte: Cartulina
Enmarcado con cristal
350€
librosporcorreo@yahoo.com

LA RAZÓN DE UNA ILUSIÓN

Por JOSÉ GALILEO CONTRERAS ALCÁZAR

Es el medio día, la paz del domingo invade con su blanquísima luz las ventanas de esta habitación, amable sí, a las 10 pasó el doctor Ramón con sus instrumentos para la presión, mi corazón “como un toro, pero no olvide sus pastillas”. Ya espero la hora del dominó en que podamos probar algún aperitivo con los compañeros de esta casa. No me puedo quejar, para haber sido un trabajador de cuello azul por más de treinta años, no se me quitan las ganas de amistar con los viejos, sobre todo, que son los compañeros de todos los días, y con los jóvenes que vienen de no sé qué colegios tres veces por semana. Me gusta jugar a ser el abuelo que nunca fui, y platicar de las cosas que ya no recuerdo. Tampoco puedo precisar bien si los que nos visitan son siempre los mismos o son otros, pero lo mismo da, porque lo que ellos me dan a mi es esta bella ilusión de saber que en los noventa años de vida que llevo, y por los que me queden aún, ni viviré ni moriré solo.

VIAJE REDONDO

Por JOSÉ GALILEO CONTRERAS ALCÁZAR

El sol se filtraba por la ventana con fuerza cuando la voz monótona del boletero en el pasillo se acercaba. Había un ruido ahogado y continuo, esa especie de murmullo átono que convierte los viajes en tren en una adormidera. La voz del funcionario del tren ya se escuchaba en el hombro, demasiado cerca como para dejarse llevar por el adormilamiento de un sillón espacioso y cómodo.

   — Su boleto, señor.

Reaccioné automáticamente ante una situación que sería típica. Metí las manos en los bolsillos del pantalón tratando de identificar cualquier cosa que pareciera un tícket. Nada. Palpando con los dedos revisé también en el bolsillo de la americana.

— Permítame mostrarle.

— Gracias caballero.

El boletero miró el billete repasándolo inquietante con las manos mientras mis nervios pasaban a más. Hasta ese momento pensé que no tenía idea de qué diablos hacía en un tren, a penas pude discernir la idea vaga de estar en el viaje equivocado cuando el boletero me dice con ojos extraviados.

— Tiene que haber un error, caballero. Este billete no tiene validez, quizá no era su tiempo para abordar el tren.

— Pero ¿cómo que mi tiempo?

— ¿Puede recordar cómo abordó? Este es un tren especial, porque, aunque todos abordan, no todos tienen la posibilidad de abordarlo cuando quieren.

— ¿A qué se refiere?

— A que el destino es solo uno y no hay forma de cambiarlo, siempre hay una idea vaga en el fondo, pero a ciencia cierta solo hay un camino y es el que nadie elige.

Me daban vueltas por la cabeza estas últimas palabras del billetero, ¿por qué no iba a saber yo a donde voy? Pero también era verdad que no recordaba ni el lugar ni la hora en donde había abordado, pero las desavenencias de mi estrecha memoria no tenían que poner en tela de juicio que efectivamente estaba en un tren, al que sin duda abordé para ir al sitio que elegí, ¿qué importaba cuál si mi voluntad era la que me había llevado ahí?

— Permítame usted caballero.

Dijo y desapareció en el pasillo profundo del vagón. Levanté la cabeza y dudando de que en verdad estuviera solo en aquel tren me puse de pie para explorar el entorno. Y sí, no había un alma ahí. Entonces todo empezó a desvanecerse; aterrado me tiré al asiento más próximo que ahora era tan duro como el asfalto de una acera. Asfalto sí, algo tan sólido y duro como la escalera en que tropecé esta mañana. Ahora mi vagón de tren era una sala de luz blanca entre dos cortinas, podía ver mi pierna vendada posada a desnivel con algunos artefactos sujetándola. No me dolía, pero el adormecimiento que sentía era como el de aquel tren, que al parecer todavía no debía abordar.


La sirenita del Mediterráneo

Por MAR MARTÍNEZ LEONARD

Hace muchos años vivía a orillas del Mar Mediterráneo una muchacha excepcionalmente bella llamada Marina. Era hija única y su padre murió siendo ella muy joven. Algún tiempo después, su madre enfermó de gravedad y Marina se dedicó por completo a cuidarla. La única distracción de la muchacha era bajar por las noches cerca del mar cuando su madre estaba dormida.

Cada noche, Marina iba hasta la playa y se sentaba sobre las rocas. Muchos pretendientes la cortejaban, atraídos por su mirada hechicera, su dulce voz y su largo pelo coral ondulado. Pero ella rechazaba a todos y cada uno de los muchachos que la pretendían mientras estaba posada sobre el arrecife: “No tengo tiempo de encontrarme con nadie”, les decía, “ estoy muy ocupada”.

Poco a poco, Marina se volvió taciturna y contemplativa. Durante sus salidas nocturnas escuchaba las olas romper y observaba la luz de la luna y las estrellas reflejarse en el agua plateada del Mediterráneo. Sus pasos desprendían un aire místico y parecía estar fascinada por el melodioso canto de las aves que nadaban sobre el mar. En algún momento, se empezó a rumorear que había perdido la razón, y estas habladurías llegaron incluso a oídos de su madre.

Un día su madre, intrigada, le preguntó cuál era el motivo de sus visitas nocturnas a la playa, a lo que Marina respondió: “Madre, voy al encuentro de mi amado el Mar”. Muy sorprendida, ella exclamó con inquietud: “¡Hija mía, si sigues así, te convertirás en pez!”

Pero esto no hizo que Marina dejara de bajar a la playa cada noche para sentarse junto al mar y contemplarlo mientras su madre descansaba. Y poco después de esta conversación, la madre de Marina falleció. Tras sepultarla, cuentan los ancianos que Marina bajó a la playa una noche, se desvistió, se adentró en el mar y nunca más se la volvió a ver salir del agua.

Desde entonces se dice que en las noches de luna llena se divisa sobre los peñones de Almuñécar la silueta de una sirenita tumbada observando el horizonte, que después flota sobre las olas y se sumerge en su agua argentada.

En días nublados, se siente un revolotear junto a la lápida de su difunta madre, y una figura invisible se posa en arbustos de buganvillas rojas y doradas, guardando la tumba con su fresco vuelo azul.


Paseo por un jardín mediterráneo

Mar Martínez Leonard (texto y fotografía)

El sol ha ido desapareciendo lentamente detrás de las rocas y ya casi está en penumbra la playa. Arriba, la nueva construcción del parque recorre la antigua ruta junto al litoral, cayendo directamente a la cala contigua.

Tu pisada, azul y polifragante, avanza entre pinos, eucaliptos, olivos, glorietas y miradores, pintando la montaña de añil, ocre y esmeralda. Este pulmón verde es un lugar muy especial para pasear, con alguien o en solitario. Ayer mismo unos recién casados se fotografiaban en su entorno mágico.

Qué hermoso es imaginar la evolución natural de este parque reconstruido dentro de un siglo. Qué esperanzador, soñar que podremos conservar jardines mediterráneos como éste, y traspasar su valor infinito a generaciones futuras en un planeta habitable.


A JOHN LENNON

Por JOSÉ GALILEO CONTRERAS

La luz de la mañana resplandece

y el beso de los buenos días aún no sabe a café

la calefacción cobijó los sueños

que despiertan en Yucatán

con la TV anunciando el paraíso

entre el ser y el querer ser

la carroña y la carnada

lo vivo y lo muerto.


Pero los dioses también mueren

suena “All you need is love”

y en la fotografia falta tu imagen

que mañana amanecerá en nuevo día.

….

IMAGINA LA PAZ

Recordamos al artista, músico, cantautor, compositor, poeta, dibujante, escritor, pacifista, actor y activista inglés John Winston Ono Lennon, en el cuadragésimo aniversario de su muerte.

John Lennon fue asesinado a los 40 años por un fanático que le disparó cinco veces por la espalda a la salida de su departamento en Nueva York el 8 de diciembre de 1980.

La Fundación FEMEBA estima que 251.000 personas mueren cada año por lesiones con arma de fuego, y que seis países de América (Brasil, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, México y Venezuela) reúnen la mitad del total mundial de los casos.

Q.D.E.P.

……………

NUBE ALBAR

Estoy brincando de alegría esta mañana. Entramos en el elevador y Kenji parece inquieto: las luces, los espejos, y esta doble compuerta que se cierra tan cerca de mi nariz. Siento que me jalan desde atrás con suavidad, pero con firmeza. Oigo la apertura automática tintinear, desencarcelándonos en el espacio hacia nuestro tiempo de recreo fuera del portal. Libertad de movimiento: el portón y la calle nos aguardan. Doy saltos celestes desde la acera hasta el parque. El cielo, veloz y luminoso, nos saluda. Quiero escalar el aire para sentarme a tomar sol en aquella nube albar.

MAR MARTÍNEZ LEONARD (Texto y fotografía)