Todo se había tornado gris en el Sector Oeste de la ciudad. No había nadie en sus avenidas, que ahora eran transitadas por un ser alado de proporción colosal con cabeza de león y patas de halcón, de sus fauces escapaban estentóreos rugidos. Este León Alado había robado los días del Sector Oeste, dejando a su gente atrapada en las tinieblas.
La pequeña Muriel deseaba fervientemente ver la luz del sol, si bien sólo divisaba oscuridad desde hacía ciento cincuenta días. Ahora era aprendiz de ángel, aunque eso de poco le servía. Con mucho miedo y precaución, Muriel se acercó a la ventana de su cuarto y rompió a llorar.
Pero, tras mirar afuera de nuevo, vio maravillada cómo sus lágrimas aumentaban de tamaño y se elevaban luego hasta el cielo para empapar las alas del León, que detenía su vuelo maléfico y caía desplomado sobre el asfalto azul de la autovía vacía.
Everything had turned gray in the west end of the city. There was nobody on its avenues, that were now transited by a winged being of colossal proportion with the head of a lion and the feet of a hawk. From its jaws, raucous roars escaped. This Winged Lion had stolen the days from the West End, leaving its people trapped in darkness.
Little Muriel fervently longed to see the sunlight, but there had been only darkness for a hundred and fifty days. Now she was an angel´s apprentice, although this was of little use to her. With great fear and caution, she approached the window of her room and began to cry.
But after looking outside again, she saw in wonder how her tears grew in size and then rose to the sky to soak the wings of the Lion, who stopped his evil flight and fell, collapsing against the blue asphalt of the empty highway.
Brandy llegó desde Jerez a caballo y cubierta de flores. Su compañía anticipaba con agrado el viento de levante. Pletórica de siglos de historia, Brandy vertió sus pasos descalzos de humildad en una copa de cáliz lúcido. Después, se vistió de música. Y ya entre notas de madera de roble y ecos flamencos, Luis la abrazó, bebiéndosela lentamente, a sorbos, con mucho hielo.
Image: Anthea Adams
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By Mar Martínez Leonard
Brandy arrived from Jerez on horseback and covered with flowers. Her company pleasingly foresaw the East breeze. Bare of humility and plethoric with centuries of history, Brandy poured her steps into a lucid cup glass. Next, she dressed in music. And between notes of oak and flamenco echoes, Luis held her, drinking her slowly, sip by sip, with lots of ice.
Yo tenía los ojos en esa foto de niño como los ojos vidriosos de un toro entristecido, como solo en la tierra tenía yo los ojos en esa foto en la que mi madre clavó dos alfileres con la finísima delicadeza de una campesina; que queriendo huir se quedó allí cuidando mi alma tanto tiempo que envejeció sin cambiar sus prendas interiores, como animal atado a un árbol envejeció mi madre, yo la miraba con los ojos vidriosos de haber llorado mucho, sola como una baliza olvidada en medio de las aguas.
Yo le tejí un vestido oscuro para su viudez y lloré con ella sin saber a quién por los muertos de la casa, en la casa donde no había muerto gente alguna, yo le leí Job Treinta y ella tornó su cara hacia la luz y se fue yendo como una niña de regreso a casa con los ojos vidriosos de haber llorado mucho.
Yo he llorado a mi madre y ciertamente he llorado al que tuvo un día duro por igual, una vida dura, le he llorado públicamente como un hombre, como un hijo enfermo, mas ella andaba como buscando alguien o algo olvidado en la vasta región de su memoria, no me miró, no me maldijo o dijo nada y entró riendo para siempre en los cuartos interiores de la muerte.
————————— Del poemario Cazadores de la sombra del ave/ Imagen de Polly Chan
Sobre el autor
Adalberto Guerra (Ad. Guerra). San Antonio de Cabezas, Matanzas, Cuba 1967. Reside en Palm Beach, Florida, desde 1994. Poeta, narrador y periodista. Editor de “La Cohoba Magazine” publicación bilingüe que culminó en 2018 después de cinco años. Ha publicado El Desierto que canta (Endowment for Cuban American Studies 1994-Ant. de Poesía), Reunión de ausentes (2001-Ant. de Poesía), Cazadores de la sombra del ave (2009-Poesía), En el lenguaje lascivo de los perros (2010-Cuentos) disponible en Amazon.
By Adalberto Guerra
I had my eyes on that photo as a child like the glassy eyes of a wistful bull, like only on the land I had my eyes on that photo in which my mother nailed two pins with the very fine gentleness of a peasant; who, trying to escape, stayed there taking care of my soul for so long that she aged without changing her underclothes, like an animal tied to a tree my mother aged. I watched her with glassy eyes after having cried much, lonely like a forgotten buoy in the middle of the sea.
I knitted her a dark dress for her widowhood and I cried with her without knowing for who for the dead of the house, in the house where no one had died, I read her Job Thirty and she turned her face to the light and she was going like a girl back home with glassy eyes after having cried much.
I have cried for my mother and I have certainly cried for the ones who had a tough day alike, a tough life, I have cried for her in public like a man, like a sick son, but she walked as if looking for someone or something forgotten in the vast region of her memory, she didn’t look at me, she didn’t curse me or say anything and she entered laughing forever the inner rooms of death.
————————— From the poetry book Cazadores de la sombra del ave/ Image: Natacha Einat/ Translation: Mar Martínez Leonard
About the author
Adalberto Guerra (Ad. Guerra). San Antonio de Cabezas, Matanzas, Cuba 1967. He resides in Palm Beach, Florida, since 1994. Poet, storyteller and journalist. Editor of ‘La Cohoba Magazine’ bilingual publication that culminated in 2018 after five years. He has published El Desierto que canta (Endowment for Cuban American Studies 1994-Poetry Anthology), Reunión de ausentes (2001-Poetry Anthology), Cazadores de la sombra del ave (2009-Poetry), En el lenguaje lascivo de los perros (2010-Stories) available on Amazon.
Estamos en una de las aulas que dan a poniente. El sol empieza a perderse sobre las cumbres del Cerro de San Cristóbal y la Alcazaba, el barrio alto, el edificio bajo y alargado de las Hermanitas de los Pobres y la tapia que separa el Seminario Menor de la huerta que cuida Salustiano y el camino que lleva a la gruta y al campo de fútbol. Esta tarde de otoño, Don Arturo Medina nos habla de la poesía a un grupo de alumnos de varios cursos. Está cayendo la tarde y alguien han encendido las bombillas de la clase. Tenemos un pick-up y Don Arturo nos va poniendo discos con poemas recitados. Nos pone el “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Federico García Lorca:
“A las cinco de la tarde. / El cuarto se irisaba de agonía/ a las cinco de la tarde. / A lo lejos ya viene la gangrena/ a las cinco de la tarde./ Tromba de lirio por las verdes ingles/ a las cinco de la tarde.”
Don Arturo le pide al que está más cerca del interruptor que apague la luz. Quedamos en la penumbra mientras se apagan los resplandores del poniente y la voz ronca de Nati Mistral sigue diciendo el poema:
“¡Que no quiero verla! / Que mi recuerdo se quema/ ¡Avisad a los jazmines/ con su blancura pequeña!”
Todos sabemos que la compañera de Don Arturo, Celia Viñas, ha muerto hace unos meses muy poco tiempo después de casarse, cuando lo que creían que era el embarazo de un hijo resultó ser una enfermedad mortal.
El poema dice el dolor de Federico García Lorca, pero también el dolor de Don Arturo Medina y el dolor de todos nosotros, nuestro propio desamparo.
Don Arturo y otros como él me han abierto las puertas de maravillosos, inmensos territorios: la palabra dolorida de ese poema o la de la “Elegía a Ramón Sijé”, o la palabra exquisita de Juan Ramón Jiménez, o la atormentada de Blas de Otero. El mundo de la música, cuando oíamos “La condenación de Fausto” de Berlioz en una habitación aledaña al comedor en el Seminario de Verano. El teatro, como con nuestras representaciones de “El cartero del Rey” de Rabindranath Tagore, o “La hidalga del valle” de Calderón de la Barca.
Y el latín, siempre el latín, esa máquina de expresión perfecta que ha marcado nuestra manera de pensar y nuestra manera de decirlo. Y Héctor, domador de caballos, y el prudente Ulises, y Aquiles, el de los pies ligeros, héroes de nuestra adolescencia.
Todo lo mucho que me ha dado la cultura se inició o se consolidó en aquellos años del Seminario Menor de Almería, en que yo empezaba a conocerla y a sentirla a la vez que despertaba a la vida. No olvidaré a los que me llevaron de la mano hasta aquellos territorios.
Federico García Lorca nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros dentro de la llanura granadina, en el momento en que Estados Unidos declaraba la guerra a España y que posteriormente le haría perder su último reducto de territorio español en América. Apadrinado por esta tragedia nacional, su vida no estaría menos llena de exabruptos, ni de gloria.
Dotado de una extraordinaria sensibilidad para las artes, se glorifica en las letras, no dejando atrás sus dotes para la música y el dibujo. Lorca, forma parte de la Generación del 27, conjunto de escritores y poetas congregados en un homenaje para Luis de Góngora en Sevilla en el año de 1927; sus relaciones con escritores, pintores y músicos contemporáneos son vastas. Manuel de Falla fue su mentor y con Salvador Dalí fomentó una relación que fue más allá de la amistad.
En Lorca encontramos al hombre oprimido por su inclinación homosexual, que sin embargo lo dotó de una extraordinaria capacidad para entender a los marginados y desahuciados, que por una parte lo llevó a desarrollar una ideología republicana alejada de las facinerosas ideas políticas de la derecha española, y por otra a la fuerte convicción de que las tradiciones originarias andaluzas, así como su cultura oral, eran fuente suprema de la forma de expresión poética del pueblo. Buscó en su voz poética, la síntesis entre lo popular y lo moderno, lográndose colocar con su “Romancero Gitano” como la voz literaria más identitaria y popular de España. Igualmente, en su legado como dramaturgo, lleva también las venas henchidas de su tierra, llevando al teatro temas de urdimbre local, pero tocando las fibras universales de las emociones humanas.
Estando en los Estado Unidos y Cuba (ausente de su patria por casi 10 meses), en España llegaba el ocaso de la dictadura de Primo de Rivera, con la que nunca simpatizó; visibilizó las condiciones en que el pueblo estadounidense puede vivir en, por y para el dinero, le parece una sociedad deshumanizada por el capital, en contraste, Cuba le regresa, además de su idioma, grandes reminiscencias de su tierra andaluza. En Argentina cosecha grandes éxitos como dramaturgo, su voz y su arte cosechan las palmas de los bonaerenses.
A pesar de que las campanas de la Gloria sonaban para Federico a dónde fuese, en plena desestabilización política en España, la reacción fascista a voz de “Viva la muerte” dirigida por el sanguinario General Francisco Franco impone sus falanges a la recién instaurada Segunda República en el territorio español, instaurando un régimen de terror y silencio que duraría 36 años. Este entreacto llevaría al exilio a miles de republicanos y a otros tantos los sepultarían en fosas comunes donde la muerte no tiene nombre; este sería el destino de aquella estrella que surcó el cielo de las letras españolas el 18 de agosto de 1936 fusilado cerca de Fuente Grande en la localidad granadina de Víznar. Su voz sería apagada, no así su legado.
Lectura recomendada: “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca” (1898-1936), Gibson, Ian, Ed. De Bolsillo, p.p. 880, Barcelona 2020.
SONETO manuscrito Para Nieves Gas, (Lorca, 1932, Biblioteca Nacional de España)
Yo sé que mi perfil será tranquilo
en el norte de un cielo sin reflejo
mercurio de vigilia, casto espejo,
donde se quiebre el pulso de mi estilo:
–
que si la yedra y el frescor del hilo
fue la norma del cuerpo que yo dejo
mi perfil en la arena será un viejo
silencio sin rubor de cocodrilo.
–
Y aunque nunca tendrá sabor de llama
mi lengua de palomas ateridas
sino desierto gusto de retama,
–
libre signo de normas oprimidas
seré, en el cuello de la yerta rama
y en el sinfín de dahlias doloridas.
Firmado: Federico García Lorca, 1932
—-
Handwritten SONNET To Nieves Gas, (Lorca, 1932, National Library of Spain)
I know that my silhouette will be calm
north of a sky without reflection:
mercury of sentry, chaste crystal,
where the pulse of my style is broken.
–
That if ivy and linen freshness
were the norm of the body that I leave,
on the sand my silhouette will be
an old silence without the crocodile blush.
–
And although my tongue of frozen doves
will never have the taste of flame
but the deserted flavor of retama,
–
I will be free sign of oppressed
norms, on the neck of the dead branch
and in the never-ending ached dahlias.
Signed: Federico García Lorca,1932/Translation: Mar Martínez Leonard
“In Lorca´s verses lies the larva of his assassins, but it´s difficult to find researchers learned in poetry.” Presente de Indicativo, Antonio Arjona, (edition in progress).
“En los versos de Lorca yace la larva de sus asesinos, pero es difícil hallar investigadores doctos en poesía”. Presente de Indicativo, Antonio Arjona, (libro en edición). antonioyarjona@gmail.com
1 de enero de 2020. Le echo un vistazo al listado de propósitos que no voy a cumplir. Y no es que sea un hombre sin palabra. Mi vida ha sido de retos y todos los he cumplido. Cada año me imponía una meta que terminaba sobrepasando. Aceleradamente mis propósitos y estrés fueron creciendo y cada año era más. Nada me parecía imposible. Coche nuevo al año, un piso, un loft, una casa, otra, vacaciones en paradisíacos y exclusivos destinos… nunca hasta hoy que le echo un vistazo a este listado veo el costo. Hoy con un solo propósito que no llegará. La vida ha sido cara, si bien me va, dijo el doctor, llegaré a febrero.